¿Qué carrera voy a estudiar? ¿Pido dinero prestado para mi negocio o consigo un socio? ¿Cuántos hijos quiero tener? ¿En qué banco poner mi dinero? ¿Qué vamos a comer hoy? ¿En qué época del año tomar vacaciones? ¿Y si duermo un poco más? ¿Compro un seguro de vida o cambio de auto?
Todos los días, nos enfrentamos a preguntas como las anteriores que finalmente tienes que resolver con una decisión. La decisión es el arma más importante que tiene una persona para salir del "análisis que produce parálisis” y pasar a la acción.
Aunque no te des cuenta, tu cerebro es experto en pensar de la siguiente manera: "Voy a hacer lo mismo que hice ayer, ya que no estoy muerto, probablemente es seguro seguir haciendo lo mismo”.
A esto le llamamos hábitos, y los neurólogos le llaman patrones mentales.
Esto hace que las decisiones de hoy sean acumulativas. Es decir: si hoy decidí no leer un libro, no pasa nada. Pero si por diez años no lees nada, inevitablemente te convertirás en un ignorante, y no podrás competir contra personas que dedican veinte o treinta minutos diarios a educarse (¡treinta minutos diarios por diez años son 1,825 horas de capacitación!).
Por eso, las mini decisiones son tan importantes, porque con los años determinan quién eres. Probablemente si ese mismo tiempo lo dedicas a ver memes, te convertirás en una persona… chistosa. Si tu trabajo es contar chistes en un escenario, vas bien; si no, piensa de nuevo en cómo usas tu tiempo.
En alguna ocasión vi un programa de animales de África, en el que unos licaones (una especie de perros salvajes) iban persiguiendo a una gacela por la orilla de un río. El narrador dijo: "si sigue corriendo, hay un 80% de probabilidades de que los licaones la alcancen y la maten; pero si se tira al río a nadar, hay un 20% de probabilidades de que los cocodrilos la atrapen y se la coman. La decisión correcta es nadar, y efectivamente eso hizo la gacela, salvando su vida.
Dado que no tenemos una esfera mágica que nos muestre el futuro, las estadísticas son el primer elemento clave que existe para tomar buenas decisiones. La gacela no estaba escuchando al narrador del documental; pero tomó la decisión correcta por instinto. De las dos maneras podía fallecer, pero las decisiones se toman cuando no conocemos el futuro, por eso son tan difíciles y mucha gente sufre y pierde mucho tiempo en la indecisión.
Incluso después de haber tomado una decisión, hay gente que sigue pensando y que no actúa con la energía suficiente porque no están seguros de haber tomado la decisión correcta. Cuando tomes una decisión, dedica toda tu mente a cumplir la meta que te trazaste, no sigas en la indecisión porque necesitas dedicarle todo tu tiempo y toda tu capacidad al proyecto que has elegido para que funcione.
A continuación tenemos una tabla de mortalidad (más bien una pequeña parte de ella). Las tablas de mortalidad son un registro estadístico que le sirve a las compañías de seguros para ponerle precio a los seguros de vida y a los planes de retiro.
Por ejemplo, un joven de 25 años tiene 76.5% de probabilidad de llegar vivo a los 65 años, y 24.3% de llegar vivo a los 85 años. La esperanza de vida de las personas es hoy más alta que nunca, lo cual requiere tomar decisiones importantes.
¿Me voy a retirar o trabajaré hasta que el cuerpo lo permita?
¿De qué voy a vivir durante mi retiro?
¿Con qué dinero voy a comprar mis medicamentos?
¿Quién me va a cuidar en mis últimos años?
Si el joven hace ejercicio ¿cómo serán sus últimos años?, ¿y si no lo hace?, ¿y si fuma?, ¿y si su dieta es sana?
Como dije antes, las decisiones del día a día son acumulativas, y por eso son tan importantes. Inevitablemente, cada persona tiene que vivir con las consecuencias de las decisiones que toma.
Cuando he mostrado esta tabla en algunas conferencias para estudiantes, ocurre algo que me parece fabuloso: los jóvenes empiezan a pensar en el largo plazo. Pensar así es como encender las luces altas de tu vehículo y ver una parte más larga del camino que tienes adelante.
Esta es la segunda gran característica de una buena decisión: pensar en el futuro. Todos conocemos la historia de los tres cochinitos, donde el único que quedó vivo fue el que hizo su casa de cemento y ladrillos. Una buena decisión no es la que nos dice cómo trabajar menos, sino la que se sostenga en el largo plazo.
Empieza hoy a tomar mejores decisiones, y me cuentas cómo te fue. Estaré atento a los comentarios.
Eduardo Gutiérrez Arredondo